martes, 16 de julio de 2013

Misiva número 1


Cuánto alivio siento al ver que aún no respiras el hastío de estas épocas agónicas. No tienes idea del monopolio sentimental que se está desatando aquí. Y para mi, es un alivio no encontrarte aquí en la etapa del declive.
Aunque ten en cuenta, que por más que la vida se le de la gana de ponerse "degradé", yo siempre estaré allí contigo. Jamás encontrarás tan fiel compañero en tus caminos.

La vida se vuelve en contra mía por ratos y en esos momentos es cuando más te necesito; pero debes ser paciente, así como yo he tenido que serlo al esperar tu llegada. Porque si algo he de enseñarte en la vida es que la paciencia te llevará muy lejos y no el afán incesante del que poco aprecia. Para eso y para todo ya tendremos tiempo -aunque sea inútil ocultarte cuánto deseo tenerte a mi lado- ya quiero perderme junto a ti entre la realidad y la fantasía, para extraviarnos allá en un punto entre la literatura y la luna... para llorar, reír, discutir, amar o simplemente para decidir al azar quién hará los quehaceres de la casa. 

Cuando la vida lo demande, aquí me encontrarás; impaciente. Porque hay tantas cosas que quiero mostrarte que no sé ni por dónde comenzar.
Hasta entonces, con lo poco que queda de mi paciencia, sabré aguardar. Aquí estaré, hasta que vengas a despertarme de la pesadilla que no da su brazo a torcer; para darle sentido a esto de luchar por alguien.

Hasta entonces, seremos fuertes, vida mía.
Tanto como sé que lo serás tú.
Por favor excusa mi escritura torpe.
Prometo escribir nuevamente.

Te extraño.
Aún sin conocerte.
Un buen día de estos nos veremos, Gabrielle.
Y el placer será todo mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario