viernes, 30 de marzo de 2012

Enfermedad colectiva-femenina


Mencionando cosas que aparentemente están de moda en algunas relaciones sentimentales, recordé hace poco con bastante desagrado cierta situación repetible que parece estar calcada en mi cerebro. Hace no más de tres meses, me encontraba en una reunión social con ciertos compañeros, compartiendo unos tragos de whisky y hablando de múltiples temas a la vez (en realidad yo sólo estaba concentrado en cegar mi mente a punta de relámpagos de alcohol), cuando de repente y sin razón alguna, uno de los invitados a dicha reunión, rompió el hilo de toda conversación con una frase que jamás olvidaré: 

- "¡Es que las mujeres los prefieren ñeros!"
... Mi reacción fue inevitable, creo que volteé a mirar a tal tipejo, clavándole una mirada despreciable que fue evidente. Pero el tipo agregó:
- "¡No me vallan a decir que no! si ustedes saben perfectamente que las viejas se sienten más apegadas al hombre mientras más las traten mal, mientras más ñero sea el tipo".

Este macaco baboso había dicho tales palabras con tanta confianza y severidad, que en realidad me dediqué a analizarlas, a pesar de mi estado. Lo peor no fue tener que darme cuenta de que el macaco tenía un poco de razón, porque mi cerebro comenzó a recordarme todos los casos en los que he visto y perdido a ciertas mujeres bajo la misma ley que el tipejo anunció; lo peor fue encontrar casos demasiado cercanos con personas cercanas.

Y sí, esta es nuestra realidad, mujeres. Así como ese tipo anunció cierta ley esa noche en la que las lágrimas me sabían a Whisky, yo también me atreveré a hacer mis aseveraciones aquí, ahora mismo. Muchas de ustedes gastan sus días detrás de un imbécil poco educado que siempre llega tarde, que nunca las valora ni las trata como personas si no como objetos morbo-sexuales que son útiles para varios oficios o favores. Estas sanguijuelas las llaman cuando se les da la gana, las dejan plantadas porque prefieren verse con otros  perros de su misma raza o con otras mujeres y ustedes se quedan con ese "quiero verte" nublando las tempestades que se forman en base a su frustración. Y entonces se enamoran de esta sanguijuela maldita, soñando con que la sanguijuela algún día hará metamorfosis y se convertirá en el hombre que tanto quieren... pero no, se equivocan. Son unas putas sanguijuelas, no son orugas; jamás tendrán alas. Y cuando menos se imaginan, este bicho rastrero ya habrá absorbido todo por lo que venía... sus sueños, sus planes a futuro, su forma inocente de hacer el amor, sus ganas de enamorarse, su todo.

Pero por supuesto, no diré que todas ustedes son iguales, porque no creo en el dicho estúpido de que todas las mujeres o los hombres son iguales. Muchas de ustedes, a pesar de la grandísima cantidad de mierda e infiernos personales por los que han tenido que pasar, siguen de pie, conscientes de que tarde o temprano tendrán la oportunidad de sus vidas con un hombre que no sigue a los estándares, con un tipo que usa su cerebro y que no cae víctima de aquella enfermedad colectiva-masculina que he llamado poligamia inconclusa.

A ustedes, mujeres luchadoras que seguramente ya fueron víctimas de estos bichos sin nombre, doy mis respetos de la manera más pura y sincera. Y sólo quiero recomendarles que jamás entreguen esa gran gama de potencial, belleza y ternura sin mirar a quién; al menos hasta que encuentren a ese ser errante que daría su vida y existencia sólo por verlas sonreír. Nunca jamás entreguen la llave que abre la puerta de sus vidas a seres invasores que sólo llegan a desordenar y destruir sus adentros; cuando hallen el loco incomprendido que quiere cambiarles la vida e incluso su futuro y que las ven más como la mujer con la cual pasarían el resto de sus días y no como una mujer con la cual pasarán un buen rato, no lo dejen ir. Cuando pase el tiempo y miren atrás, ya no habrá nada de que arrepentirse y al fin podrán dedicar sus vidas y su andar al lado de un tipo educado que  vendería sus días al diablo a cambio de darles sueños perpetuos que se cumplen con el paso del tiempo.
He dicho.

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